La Nueva Vida del Río de Los Ángeles y Los Miedos Al Desplazamiento de Sus Vecinos
Publicado como parte de una asociación de narración ambiental con el Laboratorio de Estrategias Ambientales Narrativas (LENS) en la Universidad de California, Los Ángeles, con contribuciones extensivas de la facultad y estudiantes de posgrado en el programa de cine en la Escuela de Teatro, Cine y Television. La primera línea argumental se centra en el pasado, presente y posible futuro de Taylor Yard, un patio ferroviario abandonado y contaminado adyacente al río L.A. Encuentre más historias sobre Taylor Yard aquí. Agradecimientos a CityLab Latino por la traducción.
Los Ángeles está donde está debido al río que la cruza. Durante siglos, la cultura tongva vivió en torno a este río, alrededor de lo que hoy es el centro de Los Ángeles. Los españoles acamparon allí cuando pasaron por la zona por primera vez. Los ‘pobladores’, como se conoce a los primeros colonos de la zona, establecieron su pueblo allí. Y finalmente este se convirtió en una ciudad.
El río, que alguna vez causó estragos durante los inviernos lluviosos, fue encausado con hormigón a partir de finales de la década de 1930. De hecho, la gente olvidó de que ahí había un río. Se convirtió finalmente en un canal de control de inundaciones.
Pero ahora el río Los Ángeles vuelve a rugir. Hay planes para revitalizarlo y reanimar su relación con las comunidades circundantes en las 51 millas que recorre al pasar por la ciudad. Y con esos planes llegan los temores a la gentrificación verde, es decir, que a medida que esas zonas sean reacondicionadas como espacios públicos y la gente adopte nuevamente al río, los más pobres acaben siendo desplazados.
Tanto los planes como los temores se centran en un tramo de 11 millas del río cerca del centro de la ciudad. Ahí la Alcaldía y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército han acordado un plan para darle más espacio al río y transformarlo en un ícono para el futuro Los Ángeles. Aún no están claros todos los detalles, pero el trabajo se está enfocando en un tramo contaminado de 42 acres en un antiguo patio ferroviario que la Ciudad de Los Ángeles compró por 60 millones de dólares en el 2017.
Sin embargo, la lucha irá más allá del llamado ‘terreno G2’ en Taylor Yard, como se le llamaba a este antiguo depósito ferroviario junto al río en Elysian Valley. En los planes de desarrollo se incluye el terreno Bowtie. Esta es un área colindante de 18 acres, propiedad de los parques estatales de California, pero que aún se encuentra sin desarrollar, al igual que el terreno G2. Esta zona ya ha atraído una propuesta de desarrollo de uso mixto con 419 apartamentos justo al lado del parque, encajado entre el río y la autopista 2.
La iniciativa incluirá al Parque Estatal Río Los Ángeles, un área verde al lado del terreno G2 administrado conjuntamente por parques estatales y por la ciudad, y un cercano desarrollo de viviendas a lo largo de San Fernando Road. Se extenderá hacia la costa hasta el Parque Estatal Histórico de Los Ángeles y a un proyecto de 920 unidades de 14 pisos que se ha propuesto para el acantilado sobre ese parque. Eventualmente, la lucha por el futuro de estos terrenos se extenderá río arriba y río abajo.
Hoy, Los Ángeles está en un momento similar a lo que pasó en Manhattan antes de que se construyera el High Line, un parque construido sobre una línea ferrea abandonada. Cuando éste fue inaugurado en 2009, fue la chispa que prendió una hoguera de gentrificación en y alrededor de los vecindarios del Meatpacking District y Chelsea. ¿Los Ángeles sufrirá —o disfrutará, dependiendo de cómo se vea el tema— el mismo destino?
Lo que suceda en las riberas del río Los Ángeles —en la zona donde da un gran giro hacia el centro de la ciudad en su trayectoria hacia el Océano Pacífico— sentará las bases para lo que suceda en todas sus riberas. Los angelinos en las comunidades a lo largo del río tienen la oportunidad de decidir qué rumbo tomar, o dejar que se decida por ellos.
Es así como un pequeño terreno, que se puede atravesar caminando en 10 minutos, podría tener una importancia inmensa. Este es, al mismo tiempo, una gran porción de espacio abierto en una ubicación privilegiada, justo al lado del río en la pintoresca cuenca de valle Elysian. Esta área es, en muchos aspectos, lo mejor de Los Ángeles. Si uno se para en medio del terreno, se puede entender por qué la gente ha querido vivir aquí durante siglos e incluso milenios. Esta aspiración continúa, a pesar del hecho de que el suelo debajo de sus pies fue envenenado durante los últimos cien años por el ferrocarril, que ahora ya es historia.
En esta zona también se puede sentir el futuro, incluso con el pasado firmemente bajo los pies: hormigón roto, rieles torcidos, senderos de grava polvorientos. Está claro que este lugar está lleno de potencial, aunque no se pueda visualizar claramente lo que sucederá aquí.
Lo que se decida en relación al terreno G2 está estrechamente vinculado al futuro del terreno Bowtie y cualquier desarrollo que se produzca al lado del parque estatal, si es que alguna vez se construye. La propuesta para un desarrollo de uso mixto adyacente al Bowtie se someterá a una revisión de impacto ambiental pública a partir de este año.
El Parque Estatal Histórico de Los Ángeles, justo río abajo, junto al proyecto masivo que se ha propuesto allí, es también una parte importante de este escenario. Algunas personas dicen que será el Central Park de Los Ángeles. Creo que nuestro Central Park o High Line es realmente la cadena de parques desde el parque histórico estatal, alguna vez conocido como Cornfield, hasta el terreno Bowtie, que incluye los parques Albion Riverside, Ed P. Reyes River Greenway, River Garden, Elysian, el Parque Estatal Río Los Ángeles, el Parque Natural Marsh Street, el terreno G2 y el propio río.
Y esa será la pregunta clave: ¿queremos que el río y sus parques se conviertan en un Central Park o un High Line, ambos rodeados casi totalmente por algunos de los edificios más caros del planeta?
No me malinterpreten. Hay cosas valiosas que aprender de ambos parques. Los residentes más ricos de Nueva York han apoyado durante mucho tiempo el Central Park. ¿Los parques fluviales de la ciudad contarán con el respaldo de los residentes más ricos de Los Ángeles, ya sea que vivan a lo largo del río o disfruten de su visita, y comprenderán la importancia del río para la ciudad?
El High Line es un modelo de compromiso público y de programación innovadora. Desde su apertura, lo han visitado miles de personas de todo el planeta. ¿Nuestros parques fluviales serán tan atractivos para los turistas y los angelinos? Ésas preguntas serán importantes, pero relativamente fáciles de responder en comparación con la pregunta mucho más difícil de lo que depara el futuro para las comunidades que rodean estos parques conforme avanza la ‘revitalización’ del río. Para bien o para mal, Los Ángeles está ahora en el escenario mundial en un drama de horario estelar llamado gentrificación verde.
En el centro de este drama está la afirmación de que los parques desencadenan la gentrificación. Por lo tanto, debemos desconfiar de los nuevos parques, ya que podrían provocar aumento en los valores inmobiliarios, alquileres más elevados y desplazamientos. Todo podría terminar con personas expulsadas de vecindarios donde han vivido durante mucho tiempo —como Atwater Village, Glassell Park, Cypress Park, Mount Washington, el noreste de Los Ángeles, Frogtown, Elysian Valley, Lincoln Heights, Solano Canyon, Chinatown y Dogtown—,comunidades que casi no cuentan con parques y que abogaban por espacios verdes en primer lugar.
Por supuesto, hay ciertas evidencias para tener esta preocupación. Las mejoras en parques, al igual que la llegada de otras comodidades —buenas tiendas minoristas, cafeterías, alimentos frescos— están correlacionados con la gentrificación, en algunos casos. Pero también está claro que los parques son solo parte de desarrollos más amplios. Entonces, la pregunta es: ¿qué papel deberían jugar los parques en este panorama más amplio?
Y ahora estamos llegando al desafío fundamental. Si los parques, incluyendo el G2, se convierten en sinónimo de gentrificación, todos estaremos peor. Otra posibilidad sería simplemente construir ‘el verde estrictamente suficiente’, quizás con algo de limpieza y más espacios públicos, para que las comunidades sigan como están, pero la verdad es que este es un argumento bastante anémico.
En esta versión del futuro, Taylor Yard continuaría siendo un patio astillero, quizás con mejores prácticas de gestión de residuos, algo de limpieza y algo de acceso a la orilla del río, pero no demasiado. Pero eso no va a suceder.
Aquí el ferrocarril se retiró a mediados de la década de 1980. No va a regresar, a pesar de que Metrolink ahora utiliza parte de la propiedad para un patio de mantenimiento, para consternación de los residentes locales. Entonces, tenemos que solucionar cómo avanzar. De cierta forma, este futuro dependerá de lo que suceda con los terrenos adyacentes de G2 y Bowtie.
¿Volverán estas zonas a ser áreas silvestres? ¿Se permitirá que el río las inunde? ¿Tendrán instalaciones recreativas? ¿Espacios de reunión comunitaria? ¿Se borrará su historia o se convertirá en parte de los diseños para el futuro? Algunas de las mismas preguntas y otras serán importantes en cada nuevo parque y espacio público a lo largo del río.
Pero la otra parte de este futuro dependerá de qué sucede con las comunidades que rodean estos terrenos. Hay mucho conocimiento sobre el bien que pueden generar los parques para crear buenas comunidades. Algunas de esas ideas son casi tan antiguas como las propias ciudades. La mayoría de ellas enfatiza la importancia de esa relación, entre parques y comunidades. Al carecer de un compromiso vibrante, activo y diverso con la comunidad que los rodea, los espacios abiertos a menudo se convierten en espacios muertos que no contribuyen nada a la vida social de sus ciudades. Y están surgiendo algunas buenas ideas sobre cómo los parques pueden encajar en las comunidades establecidas y ayudar a elevarlos en lugar de desplazarlos.
Se ha formado un nuevo grupo para tratar de abordar estos desafíos en Los Ángeles. Se llama Los Angeles Regional Open Space and Affordable Housing Collaborative, cuya abreviación es LA ROSAH. El nombre
Lo que suceda con esta colaboración, y lo que suceda con los parques y las comunidades en el Río de Los Ángeles, determinará el futuro de nuestra ciudad y se observará atentamente como un ejemplo en el mundo entero. En este momento, no contamos con modelos realmente buenos para el desarrollo verde inclusivo que pueda animar las comunidades y al mismo tiempo brindar acceso a la naturaleza, espacios abiertos y oportunidades recreativas que son tan importantes para la salud de las personas y sus vecindarios.
Los Ángeles será sede de los Juegos Olímpicos de 2028. La ciudad quiere que el río Los Ángeles y Taylor Yard sean elementos icónicos de la nueva narrativa de LA hacia el mundo. ¿Qué pasaría si fuera una historia real sobre el desarrollo de un modelo real para una ciudad más justa y ecológica, un modelo que otras ciudades alrededor del mundo puedan estudiar y utilizar? Eso sí que valdría la pena celebrarlo.