Tres maneras de mantener la calma cuando su niño no puede
Todos hemos tenido esos días en los que nada parece salir como lo planeamos. Aparecen reuniones inesperadas en el calendario, se nos derrama el café y nos topamos con un embotellamiento justo cuando llevamos prisa. Sin embargo, como adultos, es posible que hayamos desarrollado algunas estrategias para calmarnos hasta en los momentos más difíciles. Entre mis favoritas están las respiraciones profundas, las caminatas, dejar que las emociones pasen como nubes en el cielo y beber un gran vaso de agua helada. Pero cómo mantienen la calma los niños pequeños cuando sienten que su mundo se está desmoronando? Bueno, a menudo no lo logran.
Cuando los niños sienten emociones fuertes, es fácil que nos sintamos culpables y perdamos la calma al mismo tiempo que ellos. Esto es especialmente cierto si nosotros también estamos en “uno de esos días” (una vez más)... pero hay formas de mantener la calma y apoyar a los niños para que resuelvan sus sentimientos y traten de alcanzar el control emocional.* Estos son algunos consejos.
Sienta curiosidad por el comportamiento de su niño
No es fácil entrenar al cerebro para que se abstenga de culpar, enojar y avergonzar cuando el niño sufre una rabieta, pero es posible. Una de las cosas más útiles que he aprendido para lograr ese cambio es sentir curiosidad por el “por qué” del comportamiento del niño. Como educadora, es así como respondería a los estudiantes que estuvieran tratando de resolver situaciones y emociones complicadas. Como madre, es una forma beneficiosa de pensar.
Haga una pausa para reflexionar. Cuando un berrinche está en su pleno apogeo, si me siento bajo control,* respiro hondo, reconozco la emoción que siento (ya sea frustración, estrés, etc.) y tomo un momento para hacerme algunas preguntas (en silencio, por supuesto). Entre las preguntas que me hago están:
- ¿Mi niña tiene hambre?
- ¿Mi niña está cansada?
- ¿He estado diciendo demasiados “no” en vez de “sí”? ¿Hay alguna manera de que podamos llegar a un acuerdo? Por ejemplo, si le dije que no podía ver la televisión justo antes del berrinche, podría reformular y decir: “No podemos ver la televisión en este momento, pero podemos jugar juntas. ¿Se te ocurre alguna idea?”. Al pasar de lo que no podemos hacer a lo que sí podemos hacer, a veces podemos revertir la situación rápidamente.
- ¿Mi niña está experimentando una sobrecarga sensorial? Por ejemplo, si el clima está muy ventoso y el viento le sopla el cabello en la cara, un sombrero podría ser una solución simple. Si su ropa se siente áspera, podemos cambiarla por algo más cómodo.
- ¿He estado ocupada y mi niña simplemente anhela una conexión? ¿Cómo podría dar prioridad a la conexión durante unos minutos para que mi niña se sienta vista y escuchada?
Aproximadamente el 75 % de las veces (o más), una vez que hago una pausa para reflexionar, puedo reconocer los sentimientos de mi niña y reencauzar con compasión. Por ejemplo, le puedo ofrecer un abrazo, notar algo que ella haya creado o estar dispuesta a pasar unos minutos coloreando o jugando juntas. El otro 25 % a menudo es un misterio. En ese caso, ofrezco algunas opciones y luego le doy a mi niña espacio para que sienta sus emociones. Mientras no corra el riesgo de lastimarse a sí misma o a los demás, pasar un tiempo llorando, sacudiéndose o garabateando apasionadamente en su cuaderno puede frenar la ira, la tristeza o la frustración.
Busque patrones. Un paso proactivo es buscar patrones en el comportamiento de su niño. Por ejemplo, si el niño hace rabieta todas las noches a las 8 p. m. antes de acostarse, puede ser momento de pasar la rutina nocturna a las 7 p. m. También es posible que su niño se beneficie de hacer más ejercicio durante el día, y que en los días en que hay más juegos tranquilos, haya un aumento de las crisis. Anote sus observaciones y recuerde que se trata de sentir curiosidad. A veces, usted no encontrará ninguna razón y más bien tendrá que recordar que debe reaccionar compasivamente. Una de las cosas más hermosas de la crianza de los niños es que tenemos la oportunidad de reparar el daño si nos frustramos y reaccionamos con enojo o frustración cuando nuestros niños están molestos. Disculparse con su niño es el primer paso, y puede ser algo tan sencillo como decir, “Mami te gritó hoy. En lugar de gritar, mami podría haber respirado hondo y haberse alejado. La próxima vez, mami intentará esa estrategia para calmarse”.
Controle sus emociones
Cuando nos sentimos bajo control, es mucho más probable que podamos responder a las necesidades de nuestros niños a lo largo del día. El autocontrol significa que podemos manejar nuestras emociones, comportamientos y movimientos corporales incluso durante los momentos más difíciles. Hay varias formas de hacerlo.
Identifique sus detonantes. Los niños tienen ciertos comportamientos (por ejemplo, lloriqueos, gritos, falta de respeto, derrames o accidentes) que pueden detonar* una respuesta emocional reactiva en lugar de proactiva en nosotros. Por ejemplo, cuando mi niño me grita, regreso a mi infancia, donde el abuso verbal era una forma común y aceptada de comunicarse. Si mi niño comienza a gritar, respiro profundo o tomo un poco de agua para anclarme en el momento, en lugar de dejarme llevar por mi primer instinto, que es gritar. Con el tiempo, mis conexiones neuronales van a cambiar y me ayudarán a reaccionar con compasión.
Haga su propio plan de autocontrol. Todos necesitamos cosas distintas para mantenernos bajo control. Para los adultos, podría ser hablar con un amigo, tomar un descanso, crear arte, escribir en un diario, jugar con juguetes calmantes, hacer ejercicio, meditar o escuchar música. Mire algunos ejemplos de planes de control emocional* para niños y luego haga uno con su niño. Sea creativo y use un formato que le guste (por ejemplo, collage, lista de control, imágenes, etc.)
Cree el kit de herramientas calmantes de su niño
Así como les enseñamos a los niños a andar en bicicleta, también podemos apoyarlos en el desarrollo de estrategias para calmarse cuando se sienten molestos. Cada niño es diferente, por lo que también es importante reconocer que los niños pueden beneficiarse de diversas estrategias sensoriales. Algunas ideas incluyen respirar profundamente desde la barriga, hacer yoga para niños, agitar frascos calmantes, jugar con varitas de respiración, saltar cinco veces en un trampolín, subir y bajar las escaleras corriendo, saltar, cubrirse con mantas, ponerse auriculares antirruido, usar libros de colorear o ponerse un chaleco de peso. Involucre a su niño en el desarrollo del kit de herramientas calmantes y use imágenes, gráficos y un área designada del hogar para ayudarle a comprender.
*Recursos disponibles solo en inglés.